Mi historia empieza hablando con mi padre de tipos de interés, de inflación, de la política agraria común y de bolsa. Tenía claro que estudiaría economía y que viajaría cuanto pudiese. La macroeconomía, sobre todo, vinculada a los comportamientos humanos y al “efecto mariposa”.
Siempre digo que mi gran suerte es la gente con la que me tropiezo y ¿Qué pasa cuando tienes un jefe que reta tus límites? Pues que la zona de confort no existe y que es una obligación alimentar mi curiosidad innata para tener más y más recursos y afrontar los retos constantes.
Economía y comportamientos humanos. El vínculo en cualquiera de las posiciones que he ocupado en mi vida de directiva siempre han sido las personas. Y resulta que cuanto más sabes entenderlas, escucharlas, empoderarlas, darles alas, acompañarlas y ver sus talentos, más productivos somos como equipo.
Así que soy una economista “rara”. Una economista que entiende de personas y de soft skills, sobre todo de comunicación.
Tuve la gran suerte de poder aterrizar modelos de gestión focalizados en las personas. Eso que se llama “la felicidad en el trabajo”. Así que no hablo por hablar. Y es perfectamente compatible con la cultura del esfuerzo y del trabajo duro que también me han enseñado en casa.
– Trabajamos “con” y no “para”.
– Aprendimos a ver a las personas antes que los problemas.
– Nos comunicamos más y mejor.
– Más autogestión.
– Más empoderamiento.
– Más creatividad.
– Más respeto y apoyo en el equipo.
Pero sin duda, el mayor aprendizaje, fue que cuando ponemos nuestros dones a disposición de los demás, nuestro poder no tiene límite. Que sólo puedes dar de lo que tienes y que cuando confías y responsabilizas, el retorno es asombroso.