¿Tienes ya tu propósito para 2020?
En 8º de EGB, en el marco del programa “Escuelas Viajeras”, viajé a Valencia con estudiantes de Extremadura. Muchos de ellos tenían a sus padres trabajando en Alemania por las pocas oportunidades que ofrecía España.
Se trataba de asegurar una posición económica y trayectoria. Eso era lo importante para la generación baby boomer.
Nos conectamos a las prisas, a los “deberes”, a las carreras de hámster, a llegar a metas que ni sabemos quién las ha puesto. Sin tener consciencia del mañana, más allá de si a final de mes podremos pagar todas las facturas. Pensamos que vivimos una vida eterna y que siempre hay tiempo. Tiempo para amarnos, tiempo para cuidarnos, tiempo para ir a por nuestros sueños y tiempo para hacer las paces con nuestra esencia.
La llegada de la jubilación, con el aumento de la esperanza de vida y los avances médicos, permitía al fin VIVIR. Si es que sabías cómo hacerlo.
Siendo ese el panorama, trabajar en un banco o ser funcionario era lo más. El sueño de cualquiera. Los padres miraban con orgullo a los hijos que lo conseguían y los hijos no estaban atentos a las señales, más allá del tamaño del coche o de dónde compraban la segunda residencia.
Trabajar en empresa podía ser sinónimo de miedo: conseguir los objetivos, no sentirse parte del equipo, miedo a los cambios, a perder posiciones de poder, que te echasen, etc.
¿Y los que estaban al otro lado? Algunos estaban construyendo proyectos a largo plazo, riqueza para muchos, asumiendo riesgos. El foco estaba fuera: el mercado, los clientes, la competencia, los bancos, los proveedores…Y también en dar trabajo.Estando tan ocupados fuera, ¿Cómo podíamos poner el foco dentro?
Otros sí que ponían el foco dentro, pero para sacarte hasta el último suspiro, para exprimir “los recursos” al máximo, con una visión más corto placista.
Y por supuesto, había también aquellos que consideraban al trabajador como su activo más valioso.
En esas estábamos mientras se acababa la guerra Fría, llegaban los primeros ordenadores, internet, y íbamos adoptando todo lo digital (marco contextual de la generación X).
Aunque el miedo nos otorga prudencia, también es enemigo del talento y talento y resultados tienen una relación directa. ¿Cómo vencer al miedo? Con la experiencia, con mayor gestión emocional, teniendo más conocimiento, con la motivación y el propósito.
La generación millennial es la más formada de la historia, hábiles en todo lo digital, abiertas a experimentar, al cambio y además quieren sentir que trabajan con un propósito. ¿Sigue habiendo miedo? ¡Evidentemente! El miedo es un rasgo innato en los seres humanos, pero tienen más herramientas para combatirlo.
El trabajo para toda la vida deja de ser un aliciente, el “ordeno y mando” ya no funciona, el no comunicar, el no dar feedback, el no reconocer, están penalizados con un “me largo”.
El desafío está servido. Lo que nos había servido durante muchos años ya no sirve y los dirigentes que tienen que transitar el cambio, muchas veces están perdidos. ¿Rituales, más comunicación, tipo de lenguaje, feedback constante, el líder coach, autonomía, libertad, fomentar las relaciones humanas, espacios abiertos, de intercambio, conocer los talentos de cada uno, employer branding, visión, misión y valores de la empresa? ¿Cómo #$!& se hace esto?
El cambio cultural no se hace en un día. El primer requisito es que la dirección quiera hacerlo. ¿Tiene alternativas? No, desde mi punto de vista. O cambias por voluntad propia o el mercado te llevará a ello. Tenemos dos contratos con la empresa, el laboral y el emocional. Cuando no ponemos el foco dentro, el contrato emocional se rompe y el talento se queda en un cajón.
El segundo requisito es encontrar influencers tan convencidos como tú en el equipo. Después vendrá el trazar un plan de acción y rodearte de gente que sepa de esto para que te ayuden en la implementación y el seguimiento. Así es como se empieza a responder el ¿Cómo #$!& se hace esto?
El mercado exige que escuches, pero sobre todo que observes y no todos con las mismas lentes. La diversidad, la rareza, talento y talante harán que sorprendamos o al menos que no nos quedemos atrás.
¿Te parece un buen propósito para 2020?