“Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar”.
Kant (1724-1804)
La noción de «cambio» no va asociada a la revolución industrial, sino que ya en la Grecia antigua se hablaba de él.
«El secreto del cambio es enfocar toda tu energía, no en la lucha contra lo viejo, sino en la construcción de lo nuevo».
Sócrates.
No sé que será lo nuevo. Espero que sea una regeneración de nuestros hábitos, de nuestros valores y de toma de consciencia.
Cambio significa pérdida, lo que requiere un duelo. Sabemos qué perdemos, pero ignoramos qué nos deparará ese cambio. De ahí nuestras resistencias. Nos sentimos cómodos en nuestra zona de confort.
Salir de nuestra zona de confort implica aceptar que hay cosas que escapan de nuestro control, hay que aprender a aceptar las situaciones que se nos presentan, fijarse objetivos, relativizar y tomar las riendas: está en ti cambiar lo que no te gusta. ¡Despierta tu determinación!
Basándose en la curva del cambio que describió Elizabeth Kübler-Ross por primera vez, Dennis T. Jaffe y Cynthia D. Scott adaptaron el modelo al proceso de cambio organizacional, a través de cuatro etapas:
- Negación: La fase se inicia cuando nos enteramos, directa o indirectamente, de que hay un cambio.
- Resistencia: Sabemos que hay un cambio y nos enfadamos o nos invade el miedo a lo desconocido.
- Exploración: En esta etapa dejamos de lado el pasado y empezamos a considerar lo nuevo.
- Compromiso: En esta etapa ya se ha entendido e integrado el cambio y vemos los beneficios.
La curva del cambio nos sirve para guiar a las personas u organizaciones a entender, aceptar y administrar el proceso de cambio. En la fase de negación, estamos en el “¡no es posible!”, en la de resistencia: ¡No es justo! ¡Me opongo totalmente! En la de exploración, nuestra oposición se rompe “dado que no tengo elección, vamos allá” y en la de compromiso ya nos vanagloriamos de lo que hemos conseguido.
Según la fase activamos la empatía, la escucha activa, la comunicación, dar feedback, motivar, empoderar y reconocer.
Si a alguien le quedaba alguna duda:
«Nada es permanente, salvo el cambio».
Heráclito de Éfeso (544 a.C).